15 PARQUES NATURALES DE CATALUÑA QUE NO TE PUEDES PERDER (3)
L’Alt Pirineu
Emplazado entre Francia, Andorra y el Valle de Arán encontramos las pobladas montañas del parque natural del alto pirineo. Este tampoco se llama así sin razón: gran parte de su área está a una altura notable y es que acoge la majestuosa Pica d’Estats, el techo de Cataluña con sus más de 3000 metros. Cualquiera de sus cinco grandes valles nos dejarán con la boca abierta en cualquier momento del año; ya que sus bosques de abedules, los senderos nevados y la rica variedad de setas justifican la visita en una temporada u otra.
El agua, sin embargo, es la estrella del parque. Allí donde la vegetación termina, por encima de los 2000 metros, se cuentan más de cien lagos que abastecen de agua helada cascadas, valles y riachuelos hasta el llano de Lleida.
El quebrantahuesos, ahora amenazado, vigila desde lejos los grises taludes. Los pueblecitos y ‘bordas’ de la zona también han visto caer reyes, guerras y hambre. Recomendamos ir a tomar un café en Tavascan o andar hasta Noarre para verlo con vuestros propios ojos. Es un parque tranquilo, desconocido y poco visitado y, por ello mismo, uno de los más bellos de toda Cataluña.
La Serra de Montsant
Más al sur, sobre las llanuras y colinas vinícolas del Priorat, se identifica fácilmente la cordillera del Montsant. En ésta los nómadas amantes del senderismo, las vías ferratas y la adrenalina disfrutarán de verdad; pues para llegar hasta la meseta de la Serra Major es necesario trepar entre ‘graus’ y canaleras, como las que llegan hasta el Barranc Tancat o el Balcó del Priorat, uno de los acantilados con las vistas más espléndidas de la comarca y mirador por excelencia de Morera de Montsant y Cornudella de Prades.
Más en el interior del parque, paseando por crestas que no perdonan el calor del verano y formaciones geológicas curiosas, llegaremos a los frondosos bosques de río donde predominan los cañizales, fresnos y salces.
El tramo del río Montsant se detiene -de forma artificial- en el pantano de Margalef; uno de los spots más fotografiados de la zona. Antes de ello serpentea creando meandros poco comunes en áreas montañosas como ésta: el estrecho de Fraguerau.
El arte de la piedra seca es bien conocido en la región. Siendo testimonio del ingenio de los campesinos locales que dejaron su granito de arena, sin saberlo, al patrimonio rural catalán.
La cartuja de Escaladei es un sitio imperdible y mágico que parece sacado de un cuento de hadas. Es emocionante pasear entre las ruinas de este monasterio a los pies de la sierra; respirando la misma tranquilidad que hizo que los monjes cartujanos lo construyeran.
Sant Llorenç del Munt i l’Obac
Este parque lo forman las montañas de Sant Llorenç y la del Obac. Divididas por la carretera principal pero ambas con un valor grandísimo, no sólo por sus vistas sino también por lo que esconden: bosques húmedos de pino contrastan con las cimas redondeadas de conglomerado. Escalar una de estas rocas rojizas es una explosión de sensaciones: salir de entre la oscuridad de los árboles para respirar aire fresco de golpe y maravillarnos con las vistas del Mediterráneo hacia el sur, los Pirineos al norte, y Montserrat al oeste.
Este paraje tiene de todo, la cuestión es que las vistas del parque contiguo eclipsan gran parte de su grandeza. La montaña de Montserrat haría falta añadirla a la lista de los lugares que deberías visitar antes de morir. Corzos y diferentes aves rapaces dominan el parque cuando no se nos ve; todo presidido por La Mola, que no deja de ser uno de los pulmones de la província de Barcelona.
De los pueblecitos que salpican la geografía del parque mi favorito es el Puig de la Balma. Un pequeño núcleo empotrado literalmente en la pared del acantilado, donde por cierto se ha rodado más de una película. Impresiona ver a las pobres casitas con una roca monumental como techo, como si tuvieran que ser aplastadas en cualquier momento. Las vistas aéreas más bonitas del parque las encontraréis en la parte más occidental. Y si os atrevéis, trepad hasta la cima del Castellsapera… ¡no os digo más!
Delta del Llobregat
También en tierras barcelonesas, junto al aeropuerto, encontraremos las marismas que se han formado en la desembocadura del río que limita la ciudad condal por el sur: el Llobregat.
El vaivén de los aviones y el ruido no parece molestar a los centenares de aves que escogen año tras año la Ricarda o la Maresma de les Filipines para criar a sus pollitos: martinetes, garzas reales, cormoranes y otras especies de aves acuáticas viven allí permanentemente.
Por los senderos en un día soleado veremos pasar la tortuga de riachuelo o el ‘sargantaner’ en la arena blanca de la playa del Prat. De hecho, el Delta del Llobregat es todo un paraíso para especies amenazadas o en peligro; ya que gracias a la condición de parque natural que le ha sido otorgada recientemente puede acoger y proteger fauna vulnerable. Lagunas litorales, praderas húmedas y juncales describen un mosaico de campos, agua y arena fácil de reconocer. La próxima vez que vueles desde Barcelona, ¡espero que mires por la ventana y te acuerdes de mí!
Les Capçaleres del Ter i del Freser
Este parque abarca los valles donde nacen los ríos Ter y Freser en los Pirineos, antes de que empiecen su curso hacia el mar. Es el parque más nuevo, de 2015. Y es de gran interés ya que recoge lo mejor de la alta montaña y el turismo deportivo, espiritual y familiar, todo en uno.
Hay rutas de senderismo para dar y vender, en dos puntos muy accesibles empiezan caminatas a gran altura pero para toda la familia: Núria -donde sólo podemos acceder andando o en cremallera- y Ulldeter -al este-. El Santuario de Núria, quizás uno de los más aislados de Cataluña hasta hace no mucho. Es centro de peregrinación para algunos y punto de partida de grandes travesías para otros, ya que muy próximo descansa el Puigmal -2010m-, pico mítico del excursionismo catalán.
Otros pequeños núcleos como Queralbs y Setcases completan un cuadro único para el turismo rural y de proximidad. Y no sólo en verano, ya que la estación de esquí Vallter 2000 tiene grandes grosores de nieve cada invierno. El pasado minero de la región se mantiene vivo gracias a las minas locales, como la Mina Saragossa, que encontraremos entre los bosques y matorrales de la montaña.
El parque del nacimiento de los ríos Ter y Freser es formidable tanto de cerca como de lejos. Prados alpinos pintan de verde los circos glaciares mientras que los picos escarpados colorean peñascos y taludes de tonos oscuros. Os lo recomiendo especialmente si venís en tren, ya que se puede llegar en éste hasta el mismo corazón del parque, y eso no se ve cada día!
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.