LUGARES IMPRESCINDIBLES DE ISLANDIA, I
Si preguntamos a nuestros amigos/as acerca de los viajes por hacer antes de morir, nos daremos cuenta de que Islandia está en muchas de estas listas. Tierra de fuego y hielo, localización de innumerables filmaciones y cuna de leyendas sobre una de las culturas más místicas del viejo continente.
Ponte las chirucas, coge la chaqueta más impermeable que tengas y súbete, que nos vamos de roadtrip por el suroeste de Islandia, uno de los lugares más bellos y antiguos de este, nuestro planeta.
En esta primera parte: el Círculo de Oro.
Parque Nacional de Thingvellir
La primera parada de este viajecito empieza cerca de Reykjavik, a unos 40 minutos en coche de la capital. Tras atravesar extensas llanuras llegaremos al lago Thingvallavatn, uno de los más grandes de Islandia. Según la historia la orilla del río Oxara fue el lugar elegido por los primeros pobladores de Islandia para tener sus primera reuniones: es por muchos considerada la sede del primer parlamento del mundo.
El Parque es un complejo que puede abordarse a pie en un par de horas, e incluye visitas de gran importancia como la garganta de Thingvellir, que es el lugar exacto donde se encuentran la placa tectónica de Europa y la de América, y literalmente podemos andar (¡y bucear!) por entre esta fisura. Paseando salvaremos tumultos de lava y musgo hasta la cascada de Oxararfoss, no sin antes acercarnos a la pequeña iglesia blanca que destaca en el paisaje.
Geysir
Seguro que alguna vez has escuchado esta palabra, ¿verdad? Pues el géiser que da nombre a todo el resto de géiseres se encuentra aquí, en Islandia. La verdad es que Geysir no es apto para impacientes: puede no expulsar agua en días. En lugar de esperar pasearemos por el complejo geotermal por entre calderas de agua hirviendo hasta llegar a la atracción principal del lugar: el géiser Strokkur. Éste es el bueno, ya que lanza chorros de agua cada 5-10 minutos a más de 20 metros de altura. Algo realmente impresionante.
Cascada de Gullfoss
Esta cascada es una de las más bonitas y grandes de Islandia. La ‘cascada de oro’ por su traducción al islandés nos deleita con su doble caída de más de 30 metros y el ancho impresionante de su caudal, que nos dan una idea de la imparable erosión del agua del deshielo. Existen varios miradores cerca del parking para admirar Gullfoss desde todos los ángulos.
Saltos de Seljalandsfoss y Skógafoss
Como ya habrás deducido ‘foss’ significa ‘cascada’, y es bueno saberlo porque hay muchísimas. Volviendo a la carretera nº 1 atisbaremos de lejos Seljalandsfoss, una inmensa cola de caballo que cae directamente de la pared vertical a una altura considerable. Como curiosidad, nace en el glaciar del Eyjafjallajökull, el volcán que dejó sin vuelos a media Europa en 2010.
Algo más adelante, en dirección este, pararemos a hacer un par de fotos a otro gran salto de agua: Skógafoss. Este ingente manto de agua cae también con violencia a una gran piscina natural, rodeado de las paredes verdes y ocres del valle en el que se encuentra.
Reykjavik y la Blue Lagoon
Volvemos a la capital para pasear por sus callecitas y descubrir algunos de sus museos. Recomiendo encarecidamente el Landnámssýningin, la exposición que narra la historia de Islandia desde su asentamiento en el año ±871, para entender la historia de esta isla única. Las calles y el puerto de Reykjavik son el lugar ideal para ver cómo viven los/as islandeses/as, gente amable, mucho más cálida que el resto de Escandinavia, que no dudarán, en inglés, en darte algunos consejos o ayudarte. La estrella de la ciudad es su iglesia: Hallgrímskirkja, que se levanta como una nave espacial hacia el cielo, su diseño escarpado intenta emular los acantilados, montañas y glaciares de Islandia.
Aunque no soy mucho de atracciones turísticas artificiales, no puedo dejar de mencionar la Blue Lagoon. Estas mágicas piscinas termales se nutren de la energía volcánica y el agua del mar, para crear un espacio único en el mundo: un lago tranquilo de agua de color turquesa y roca negra, sin olvidar su famoso barro blanco terapéutico, que no es más que el sílice que se produce del contacto del agua salada con la roca de origen volcánico.
¡Sigue leyendo en la segunda parte!
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.