UN PASEO POR LA TARRAGONA ROMANA, I

UN PASEO POR LA TARRAGONA ROMANA, I

Hay quien tiene la suerte de nacer en una familia con dinero, otros/as con buenas cualidades físicas o otros/as hasta con buenos genes. Yo tuve la suerte de nacer en Tarragona. Una ciudad milenaria que cuenta historias en cada esquina, bajo y sobre la cual yace la capital del Imperio Romano a este lado del Mediterráneo: Tarraco.

En muchos lugares de la ciudad, ya sea por casualidad o por gloriosa conciencia de protección del patrimonio, importantes restos romanos despuntan en la superficie para que podamos admirar su encanto y el peso de los siglos en sus duras espaldas. Estos y otros monumentos que visitaremos forman el Conjunto Patrimonio de la Humanidad de Tarragona desde 2000.

Te propongo visitar esta ciudad de la mano de un local para conocer los más importantes monumentos de Tarragona, que te transportarán más de veinte siglos atrás para imaginar mejor la que fuera Tarraco, capital de la Hispania Citerior.

En esta primera parte, los hitos que se encuentran dentro de los límites del núcleo urbano de Tarragona:

Las Murallas y el Paseo Arqueológico

Lo primero que se construyó fue en la parte más alta de la ciudad, la muralla, cuyos límites coinciden incluso hoy en día con los del casco antiguo. Por eso empezaremos este paseo por fuera, por las murallas que rodean el casco viejo. Fue la primera edificación defensiva de la ciudad romana, cuando Cneo Cornelio Escipión, hace veintidós siglos, decidió que éste sería el lugar ideal para expandir el campamento militar, ya situado aquí para frenar las tropas de Aníbal.

Aunque ha sufrido muchos cambios, esta ingente muralla de 6 metros de altura (sin contar su torres defensivas) y más de un kilómetro de largo, es sin duda una de las más omnipresentes de la ciudad. Recomiendo visitar el Paseo Arqueológico que discurre por su base, así como también andar por todo alrededor del casco viejo o ‘Part Alta’ para ver la muralla exterior a pie de calle.

El Circo

Un circo romano es un estadio alargado por donde se disputaban carreras de carros para ser los más agraciados por los dioses y por la plebe. Se conserva una pequeña parte -el extremo más oriental– pero la urbanística ayuda a la imaginación, ya que la longitud de la arena -unos 330 metros- coincide casi totalmente con la plaza del Ayuntamiento, siendo éste el extremo más occidental de lo que fue el circo.

Lo que mejor sigue en pie son los túneles de acceso a las instalaciones, un entramado de galerías por donde el público entraba y salía. Estos arcos o ‘voltes’, que también soportaban el peso de las gradas, aún pueden verse perfectamente integrados en el interior de algunos locales, como el techo de un restaurante o de algunos de los clubes nocturnos de la ciudad. En Tarragona no hay más remedio que adaptarse.

Anfiteatro

La joya de la corona de Tarragona es, sin embargo, nuestro anfiteatro romano (foto de portada). Es posiblemente el que mejores vistas tiene del mundo. En un promontorio y con el Mediterráneo de fondo, este grandísimo anfiteatro pudo albergar hasta 14.000 espectadores ávidos de luchas de gladiadores, fieras hambrientas y hasta pequeñas batallas navales.

Podemos andar por sus gradas y su arena, en la que no podremos ignorar los restos de la basílica visigótica que fue levantada en el siglo VI en recuerdo al martirio de Fructuoso, Augurio y Eulogio, que fueron quemados vivos en este mismo anfiteatro.

Foro Provincial y Templo de Augusto

Cuando Tarraco pasó de ser una base militar a una ciudad con todas las letras, se construyó el foro provincial en la parte más alta de la urbe, que era el centro político y administrativo de la provincia tarraconense -no olvidemos que ésta abarcaba dos tercios de la Península Ibérica-. Imaginemos pues una vasta plaza porticada con tiestos y flores, donde se desvelaban los entresijos de la política de Hispania. De ésta aún pueden verse algunos restos en la Plaça del Fòrum, Plaça del Pallol y Plaça del Rei, todo sin salir del casco antiguo.

En el lugar exacto donde hoy se levanta la Catedral de Tarragona, se encontraba el Templo de Augusto, del que se conserva poco más que un dedo. Lo has leído bien. Gracias a un gran dedo de piedra que se encontró en las excavaciones, se ha podido determinar que el Templo de Augusto albergaba una colosal estatua del emperador de unos 7 metros, éste vivió en Tarraco en el siglo I aC. Recomiendo ir a ver esta pieza y otras en el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona. Gracias a ciertos historiadores, se sabe que el templo tenía unas medidas parecidas al Partenón de Atenas, ¿te lo imaginas?

Foro de la Colonia

Seguimos bajando por la ciudad ahora hasta la Calle Lleida. Allí, en lo que se conoce como el Foro de la Colonia, se concentraba la vida pública de la ciudad, donde sus gentes se paraban a charlar en sus calles y que era el punto de encuentro de las élites de la sociedad; en definitiva, el corazón social de la Tarraco romana. En este complejo podremos imaginar, gracias a algunas columnas y arcos que aún se preservan, el templo dedicado a Júpiter, Minerva y Juno, además de un pequeño ejemplo de la trama urbanística de Tarraco.

Teatro

Cerca de la Calle Sant Magí se descubrieron las ruinas de lo que fuera el teatro romano de Tarraco. Hoy día una laboriosa restauración del lugar nos ayuda a visualizar cómo era el teatro, del que sólo se conservan algunas filas de las gradas, y parte del escenario y del hemiciclo.

Necrópolis Paleocristiana

Ya en lo más bajo de la ciudad, junto al río, yace uno de los cementerios más grandes del occidente romano y protocristiano. Esta necrópolis es el resultado de cinco siglos de inhumaciones -del S.II dC al S. VII dC- de los cuales se han encontrado decenas de sarcófagos de piedra, esculturas y construcciones como por ejemplo una basílica, excepcionales mausoleos y otras sepulturas.

En el aparcamiento subterráneo del Parc Central (el centro comercial de la ciudad) se han protegido también algunos edificios romanos y los restos de una basílica funeraria.

Como ves, en Tarragona cuando levantas una silla, aparece el Imperio Romano.

Te sugiero visitar la maqueta de Tarraco en la Plaça del Pallol para tener una mejor idea de cómo era la ciudad en tiempos romanos.

¿Te atreves a ir más lejos, nómada?