CÓMO SOBREVIVÍ A UNA BODA POLACA

CÓMO SOBREVIVÍ A UNA BODA POLACA

¡Hola nómadas!

Como ya os he contado en alguno de mis artículos, Polonia me tiene secuestrado de una forma u otra. No sólo por haber pasado allí algunos años, sino también porque sin esperarlo me llevé un trocito de ella y ahora vive conmigo. 

Este país eslavo goza de unas tradiciones completamente propias, y como en toda cultura, unos de los eventos que muestran mejor las tradiciones más arraigadas son las bodas. 

Tengo que confesar que he mentido. No fue una boda a la que sobreviví, sino cuatro, y hay que decir que cada una fue mejor que la anterior. Mejor come algo y toma asiento, porque voy a contarte cómo sobreviví a dos días de una auténtica boda en la Polonia profunda.

· La ceremonia (Ślub)

La línea que separa tradición y religión en Polonia es muy, pero que muy delgada, por lo que muchos jóvenes se casan por la iglesia ‘por la familia’ aunque no sean creyentes. Esta ceremonia se llama ślub y tiene lugar en la iglesia del pueblo de la familia, a la que acude hasta el alcalde y primos que ni conoces. Al salir, hay que felicitar a los novios y entregar un sobre -anónimo- con el dinero del regalo. Nada de transferencias. ¡Aunque un vinito nunca sobra!

· El restaurante (Dom Weselny)

Lo que aquí llamamos ‘restaurantes de boda’ allí son auténticos paradores que se dedican a eso, a acomodar bodas día sí y día también. Unos son más bonitos que otros, pero nunca falta algún pequeño lago, coquetos bancos y hasta los antiguos quioscos de madera. Es muy común que el mismo Dom Weselny tenga habitaciones para la familia más cercana pero no es extraño que los novios paguen el alojamientos para los invitados. ¡Recuerda que son dos días de boda!

· La cena

Muy como aquí, el primer gran momento de la velada es el primer baile de los recién casados. Después de éste, los invitados cogen sus asientos en las mesas asignadas. Y es aquí cuando empieza lo verdaderamente polaco. Plato tras plato la comida llega y se va, tienes que ser rápido, porque los camareros vuelan con la comida. Para disfrute de los más golosos en algún rincón del restaurante se esconde la szwedzki stół, una bonita mesa de madera con embutidos y carnes locales. Cinco son los platos principales, pero no esperes comerlos en paz ni uno detrás del otro, porque cuando menos te lo esperes llegan…

· Los bailes

Sí amigos, con el estofado aún en la garganta el speaker llama a los invitados a la pista de baile, te guste o no. Hay que abrocharse la americana y bailar con toda madre, suegra o vecina del pueblo que lo requiera, todo un honor y más si eres ‘de fuera’. Además, es tradición bailar con la novia, ¡vestido de boda y todo!

La música de las bodas merece casi una sección aparte. Hay de todo, pero triunfa el discopolo, una especie de mezcla entre el Tractor Amarillo y techno de los noventa que hace enloquecer a los polacos de cierta edad, pero que uno baila si hay que bailar. Hasta tiene su forma especial de bailarlo, pero que no voy a demostraros hoy aquí, lo siento.

· El vodka y la popita

Iba a nombrar esta sección ‘la bebida’ pero a quién quiero engañar, la estrella es el vodka. Delante tuyo habrá un vaso normal, una copa y un vaso de chupito. Cada pocas sillas se levanta sin piedad una botella de vodka puro que no verás nunca llena, pues siempre hay algún buen samaritano que la vaciará en tu vasito. El vodka, aunque para nosotros es casi tabú, para los polacos y en la cultura eslava está muy aceptado. No es extraño terminar una comida familiar un domingo cualquiera con un buen chupito de vodka casero.

Dos normas y un consejo: el vaso de vodka nunca puede estar vacío, y si alguien propone brindar -que pasa muy, muy a menudo- no puede decirse que no. El consejo: a ciertas alturas de la noche es posible llenar el vaso de chupito con agua sin ser descubierto. En caso de tener que beber realmente vodka, siempre hay una botella de coca cola o fanta cerca para la popita, el trago de después. Sea como fuere, en los brindis se cantan canciones cortas que incitan a la pareja a besarse, a beber, o ambos.

· Los juegos

No todo es beber y comer, por dios, también hay momentos de risas. En los juegos, el novio y la novia tienen que adivinar descalzos los gustos del otro, a veces algo íntimos, levantando su zapato o el de su pareja. Otros juegos incluyen a los młody (chicos y chicas que no están casados), compitiendo para ganar -cómo no- otra botella de vodka. Al final de estos juegos es momento para que el novio tire su pajarita, y la novia su velo, para que quien los cojan sean los siguientes en casarse con sus respectivas parejas. Los afortunados gozarán de un baile para ellos.

· El początek

Éste no es más que el trenecito de toda la vida, pero que en las bodas polacas está siempre ahí. Los padres del novio y de la novia compiten para recoger a más gente y hacer su trenecito más largo que el de la otra familia. Hay que unirse al frenesí por lo menos un par de vueltas a la mesa y simular que no llegas a coger al de delante, aunque sea para sentarte un rato.

· El bimber

Si creías que en Polonia se contentarían con un mero vodka para la celebración más importante de la familia, estabas equivocado/a. Si eres de los que les va probar cosas nuevas, tendrás que buscar la botella que tienen en algún lugar. Un buen bimber no puede tener menos de 40º y algunos llegan a los 70º, así que perfecto para digerir platos fuertes como la sopa de remolacha –barszcz-, la gelatina con pollo –galaretka– o el contundente ‘estofado de cazador’ –bigos-.

· El segundo día (Poprawiny)

Cuando creías que todo había terminado y que podrías disfrutar de tu resaca en paz, entonces llega la poprawiny, el segundo día de celebración. Aunque más relajado, este segundo día es para aprovechar la comida que no se terminó y para despedirse de todo el mundo en condiciones, claro. En las montañas, las bodas polacas pueden durar hasta tres días. El secreto: echa mano de la primera cerveza que veas y sonríe.

Si alguna vez tienes la suerte de ser el o la +1 en una boda en Polonia, no dudes en aceptar la invitación: ¡relájate y disfruta!