¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL BIKEPACKING?
No, no hemos cometido ningún error al escribir el título de este artículo: es ‘bike’ de bici. Y es que si ya conocemos lo que es el backpacking, o dicho de otra forma el mochileo de toda la vida, el bikepacking es hacer un poco lo mismo pero con una bicicleta, también de toda la vida.
Como nómada amante del viajar pero también de ciclismo, hoy os hablaré de este estilo de explorar el mundo que ahora está tan de moda entre millennials de todo el globo por ser una de las formas más saludables, divertidas y respetuosas con el medio ambiente que hay para viajar. Dirás ‘esto ya existía antes, se ha viajado en bici de toda la vida’. ¡Veamos si es lo mismo!
Cicloturismo vs Bikepacking
Si como yo ya tienes una edad, el concepto de viajar por el mundo en bici te sonará como el término ‘cicloturismo’ pero, ¿es exactamente lo mismo? Pues sí y no. El cicloturismo es el hecho de equipar tu bicicleta con todo tipo de trastes –alforjas, mochilas y hasta remolques– y tirar millas para hacer, por ejemplo, el Camino Francés, la ruta por los molinos de La Mancha o la Ruta de la Plata.
¿Te imaginas a alguien haciendo la Transpirenaica con alforjas de veinte litros cada una? Ahí está la diferencia, el ultraligerismo, amigo mío. Lo realmente importante del bikepacking es la parte final de este palabro anglosajón compuesto: el ‘-packing’. El almacenamiento tiene que estar pensado al gramo, al milímetro y el centilitro, pues el objetivo es viajar lo más liviano, cómodo y, por qué no, aerodinámico posible.
Viajar con lo puesto
Mientras que el objetivo principal del cicloturismo es el de viajar, acostumbra ese tipo de viaje a ser tranquilo, por senderos preparados y en familia en muchas ocasiones. El bikepacking es la versión un poco Mad Max del cicloturismo de nuestro padres, es el concepto de ‘bici’ más ‘superviviencia’ que te permite llegar adonde sea con lo puesto y poco más, eso sí, sin depender de un alojamiento, pues uno de los requisitos de esta modalidad es ser lo más autosuficiente posible.
Cuando digo ‘adonde sea’ no es un decir, pues solo hace falta una búsqueda en Google para ver que el bikepacking aguanta lo que le eches: trialeras, ‘corredeiras’, alta montaña y campo a través. Al tener menos atuendos, la bici se vuelve más compacta y más maniobrable en cualquier situación. Esa es la palabra que buscaba: ‘compacta’. Gracias. Cada bulto de equipaje se vuelve más compacto, más sólido y en fin, más parte de la bici y de tus piernas y menos presa de los baches y rocas que aparecen sin avisar.
Una tecnología innovadora
Los artefactos que se han inventado para esta modalidad de ciclismo de viaje dejarían maravillados a tu colega el ingeniero, pero también al de diseño de producto, a tu profesor de física y a tu traumatólogo. Existe todo una industria en rápido desarrollo, con su terminología y todo, que se dedica a diseñar, producir y mejorar año tras año bolsas de todos los tamaños y materiales para los lugares más insospechados de tu bici.
Aparte de grandes marcas que casi sin esfuerzo producen estos contenedores para bicicletas de todo el mundo, existe también un mercado underground de pequeños emprendedores que, con mucha experiencia y una máquina de coser, hacen verdaderas maravillas. Y es que el problema principal del bikepacking -sí, no todo son flores, de hecho hay mucho barro- es que cada bici es diferente y no existe una estandarización en la medida de sus manillares o cuadros. Esa es la razón por la que hay un nicho emergente muy y muy valorado de artesanos que en sus talleres manufacturan bolsas personalizadas del tamaño exacto para que se adapte a tu bicicleta.
Bolsas y más bolsas
A diferencia del cicloturismo, en el que se acostumbraba a dejar todo el peso atrás ya fuera en alforjas a los lados o en pequeños remolques (seguro que alguna vez los has visto subiendo, con la banderita de su país y todo), otro de los objetivos del bikepacking es repartir el peso por todo el largo de la bicicleta para hacerla lo más estable posible al luchar contra la gravedad. Por eso hay tres tipos de mochilas o bolsas específicas para cada lugar de la bici.
El primero es en el manillar, donde con mucho velcro o correas se agarra una pequeña bolsa (aunque puede llegar incluso a los 10 litros) o bien una protección impermeable para, una vez apretada con firmeza, albergar un bulto considerable como el saco de dormir o la tienda de campaña.
El segundo lugar de la bici del que hablaremos es el cuadro, que es la parte fija entre las ruedas. El ancho de esta zona no ayuda a meter cosas, ya que está delimitado por el diámetro del tubo del cuadro. ¿Entonces cómo hacer que quepa nuestro equipaje? Pues aprovechando el espacio al máximo, y es aquí donde entran las pequeñas empresas. La mejor manera de aprovechar este hueco es proveyendo al taller con las medidas en cuestión y de ahí saldrá una bolsa con el tamaño exacto para poder insertar en el cuadro y, a su vez, meter en él todo lo que pueda embutirse.
El último lugar en el que nos fijaremos hoy es el sillín, y es que el sillín es una de las partes más estáticas de la bicicleta, por eso podemos colgar de él bastante peso y así liberar el peso de los neumáticos. Hablamos de unas bolsas que se agarran a la parte inferior del sillín y que suben flotando por encima de la rueda, en forma de tubo. Este será uno de los lugares más apreciados por los bikepackers más modernos, ya que no afecta al movimiento del manillar ni molesta a nuestras piernas.
Si te ha gustado esta introducción al mochileo en bici esperamos que te animes a probarlo, y si ya lo has probado, ¡dinos qué otros consejos para empezar con el bikepacking darías al resto de lectores!
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.