
Tailandia en tres semanas: Sur
A poco más de diez mil kilómetros de aquí hay un lugar donde la moneda de cambio no es la sonrisa, como nos podrían hacer creer, pero está muy cerca de serlo.
Sin quitar importancia a nuestras Baleares, Canarias, Cíes y demás, déjame decirte que existe un paraíso muy parecido a lo que un día pintaste como «el paraíso»: se llama Tailandia. Una tierra donde todo es diferente, y cuando digo todo no exagero; hablo de la gente, la religión, la comida, la flora, la fauna… hasta el año en el que allí se vive. Nada es igual como lo conocías, hasta el punto de tener la impresión de haber cogido una nave espacial, en vez de un avión, y haberte plantado en otro planeta, con sus seres de luz, su cultura de literatura fantástica y animales que solo podías imaginar.
Haremos lo posible para tener un poco de todo: playa, montaña, tranquilidad, adrenalina, noches de luna llena y días estrellados, pero ten en cuenta que tendrás que volver algún día, porque no nos dará tiempo de ver toda la magia de este país tan increíble. De momento, acompáñame en esta segunda parte de nuestra aventura por Tailandia, en la que visitaremos algunos lugares del sur de este maravilloso lugar.
Khao Sok
De todos los países que he visitado, Tailandia es el más fácil para viajar sin complicaciones. ¿Quieres ir al sur? No hay problema. ¿Quieres hacer noche en este pueblo y después ir a este otro? No digas más. Viajar por Tailandia es, simplemente, fácil (que no significa cómodo), en el sentido de que hay conexiones de todos lados a todos lados, como si el país estuviera hecho de portales en el espacio donde uno puede aparecer la mañana siguiente, sea donde sea.
En nuestro viaje quisimos empezar por el sur por dos razones, una es que esa zona era la menos afectada por la temporada de lluvia en ese momento del año (los meses de monzón cambian dependiendo de la zona de Tailandia), además, evitamos el interior del golfo porque ahí es donde llovía más (isla de Ko Samui, por ejemplo). La otra razón es que queríamos hacer cuadrar nuestra ruta con el festival de Loi Krathong en Chiang Mai, la famosa tradición de los farolillos al aire y de la que hablaremos en el siguiente artículo de esta serie.

De esta guisa aterrizamos en el diminuto aeropuerto de Surat Thani para ir por carretera hasta la mismísima puerta del Parque Nacional de Khao Sok. Esta es la entrada a la jungla que estabas esperando y es desde este pueblecito desde donde salen la mayoría de excursiones. La forma más conveniente de visitar el grandioso lago de Cheow Lan es salir desde aquí en un grupo organizado. La excursión típica incluye todos los transportes y comidas y te llevarán en longtail boat hasta las cabañas flotantes asignadas. Todas las fotos que has visto con complejos de bungalows hechos de bambú sobre el lago, son de aquí.
Desde allí el guía os llevará a la jungla, a cascadas y a cuevas, enseñándoos insectos que nunca habíais visto y, si madrugáis, a ver los gibones y con suerte algún leopardo hambriento también buscando monos para desayunar.
Krabi
De Khao Sok nos movemos ya hacia la costa con la vista puesta en Krabi, una de las áreas más turísticas de Tailandia pero no por ello menos interesantes. Hacer noche en la ciudad de Ao Nang es una buena forma de descubrir la vida nocturna y local por primera vez fuera de Bangkok, donde ya no esperamos mucha paz sabiendo que es un enclave turístico costero. Allí podremos disfrutar de lo que es un mercado nocturno típico, de los muchos que vas a encontrar por Tailandia. Salchichas rebozadas, huevos de perdiz, comida tradicional local y mucho más. Ao Nang es famosa por su costa llena de calas, sus tiendas de regalos y sus playas, mereciendo especial mención el Monkey Trail, una ruta por unas escalinatas de madera que nos lleva a la cala siguiente y en la que no, no vimos ningún mono, pero sí la llamada Ardilla Negra Gigante.
Railay
Si bien es cierto que esta pequeña península forma parte de la zona de Krabi y Ao Nang, he querido destacarla en su propia sección por su belleza y variedad de actividades. A Railay no se puede llegar por carretera, ni tan siquiera a pie: está solo al alcance de las longtail que te lleven desde Ao Nang para disfrutar de sus playas. Se trata de una pequeña península afincada entre altos peñascos y rodeada de aislados y verticales islotes que no pueden sino mejorar aún más el espectáculo desde su arena. Tiene dos playas principales y puedes andar de la propia playa de Railay, donde te dejará la barca, hasta la playa de Phra Nang en unos quince minutos.
En ese trayecto sí encontrarás monos, solo tienes que mirar arriba o a los lados cerca de algún complejo hotelero, pero ten cuidado de no barrarles el paso ni intimidarles. En el mismo camino puedes desviarte hacia un sendero prácticamente vertical que te llevará a la laguna, lo que en su día fue una cueva ahora es algo parecido a un cenote, con un pequeño lago al descubierto en su centro, pero la ruta es solo para caminantes preparados y con buen calzado. Al llegar a Phra Nang lo primero que llama la atención es que es un destino común para escaladores, y no deja de impresionar como escalan lentamente entre las amenazantes estalactitas que aún cuelgan de sus paredes blancas.

La mejor manera de aprovechar ese día es alquilando un kayak e ir a explorar los islotes tan cerca como quieras, para después tumbarte en la arena y esperar a que baje la marea y caiga la noche: una de las mejores puestas de sol que podrás ver en Tailandia. Ojo con volver demasiado tarde, pues los longtails terminan sus turnos poco después del anochecer.
Ko Lanta
Desde Krabi decidimos ir algo más al sur para vivir la experiencia de una isla tranquila y sin masificar, y encontramos exactamente lo que buscábamos en Ko Lanta, a la que se puede llegar en autobús y alquilar una moto para dar la vuelta a la isla. Hay una oferta amplia de alojamientos con anfitriones que saben lo que es buscar paz, y créeme, te darán todas las ventajas posibles para que así sea.
Si te has cansado de disfrutar de tu agua de coco desde la arena de cualquiera de sus playas puedes coger la motocicleta, comprar gasolina en botellas de Fanta e ir a dar la vuelta entera a la isla. Destacamos la Bamboo Beach y Sanggaou, donde vive el gremio pesquero de origen gitano.
Phi Phi
Como ya he dicho, viajar en Tailandia es de lo más fácil. Es por eso que el island hopping, es decir, el saltar de una isla a otra como quien va al pueblo de al lado, es tan sencillo de hacer. Después de Lanta decidimos visitar Phi Phi, quizás el archipiélago más famoso de Tailandia. La razón de su renombre no es solo su belleza, sino también la fiesta: si buscas una experiencia memorable con tu grupo de amigos bailando descalzos en la playa hasta el amanecer, Phi Phi es el lugar. Pero no es lo único que tiene. En Phi Phi hay mucha más naturaleza de la que imaginas y las excursiones pueden llevarte a lugares que nunca habías imaginado.
Una de las excursiones más típicas en Phi Phi es la que te lleva a Ko Phi Phi Lee, la hermana pequeña de Phi Phi y que está protegida para preservar su naturaleza y su belleza. Una de las razones es que en Maya Bay es donde se rodó La Playa, la película de Di Caprio, y por eso se ha masificado tanto hasta el punto de no poder bañarse ahí, en caso de llegar a ella esquivando turistas. La ruta pasa además por la bahía Ao Pileh, donde el verde del bosque se mezcla con el turquesa de sus aguas en su reflejo. Nuestra excursión favorita, sin embargo, fue la que incluía varios chapuzones aquí y allá en snorkel donde con suerte podrás ver algún tiburón enano y, de noche, plancton bioluminiscente.
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.