De road trip por USA (I)

De road trip por USA (I)

¿Por qué los Estados Unidos de América es el mejor país del mundo?” le preguntan a Will McAvoy en la magnífica introducción de The Newsroom: “Seguramente no lo es, pero puede llegar a serlo. ¿O lo dices por Yosemite?”, se mofa él. “En ese caso, Will, puede que sí sea el mejor país del mundo”, interrumpo yo.

Tras recorrer más de 60 países puedo decir que nunca antes había visto con mis propios ojos la barbaridad en la que la naturaleza se desata en USA, como si el tamaño del país le permitiera exhibirse a lo grande y sin temor.

Ya que enseñaros las tres mil fotos que tomé a lo largo de dos semanas llevaría demasiado tiempo, he pensado que os lo contaré con palabras lo mejor que pueda en esta especie de crónica viajera, pues las imágenes, por muy bonitas que sean, no harán justicia. Acompáñame a rememorar este roadtrip por los EE.UU. que nos llevó a través de California, Nevada, Utah y Arizona, visitando siete parques nacionales y conduciendo más de cinco mil kilómetros a través del lejano oeste, la ruta 66, la costa del Pacífico, las montañas más altas de EE.UU., ciudades futuristas en mitad del desierto y paisajes por los que hacer volar tu imaginación. ¿Ready?

Parque Nacional de Yosemite

Tras aterrizar en San Francisco y recoger el coche nos dirigimos a Silicon Valley para pasar la noche en casa de unos amigos. Poco pudimos charlar antes de caer muertos de sueño a causa del jet lag, pero eso nos permitió descansar y levantarnos pronto para conducir las tres horas y media que nos separaban de nuestro primer destino: Yosemite. El parque es inmenso, pero cuenta con una ruta circular para ver lo básico. Y sí, se puede hacer en coche. En Estados Unidos casi todos los parques nacionales tienen una carretera por el interior que permite conducir, bajar del coche y ver lo más importante. Entramos por el pueblo de Mariposa y salimos por Oakhurst, ya que después seguiríamos nuestra ruta hacia el sur.

La naturaleza de Yosemite es algo fuera de lo común: millones de pinos gigantescos amurallan la estrecha carretera a ambos lados hasta que deciden abrirse y mostrar la grandiosidad de El Capitán y el resto de paredes más que verticales que rodean el valle, meca de escaladores de todo el globo. El círculo al Yosemite Valley nos llevó todo el día, contando con una ruta a pie, por lo menos. El Mist Trail, por ejemplo, desfila hasta las grandes cascadas de Nevada Fall y Vernal Fall, pero a mi favorita se llega en coche: la Yosemite Fall. Una formidable cola de caballo que empieza su caída a una altura de 739 metros y forma otras dos cascadas. Tampoco darás crédito con la vista desde el Wawona Tunnel: un paisaje digno de Avatar donde ingentes bloques de piedra con cascadas y glaciares asoman entre un mar verde de vegetación como si fuera una alfombra gigante.

Parque Nacional de las Secuoyas y Kings Canyon

Seguro que alguna vez te ha hablado de las secuoyas gigantes, tan altas que superan a todo árbol vivo y tan anchas que se necesitan hasta 30 personas para rodearlas. En el Parque Nacional de las Secuoyas podrás ver árboles que no imaginabas que pudieran existir. Para no tener que volver, es conveniente entrar por Fresno y salir hacia Bakersfield para no tener que volver. Lo primero que encontramos fue la zona del Grant Grove y su protagonista principal, el General Grant Tree, la segunda secuoya más grande del mundo, pero sus compañeros no impresionan menos: una secuoya con un hueco provocado por un incendio en el cual casi podrías vivir o la Fallen Monarch, que puedes cruzar por el interior ya que está completamente hueca.

La estrella de este parque es, sin duda, el General Sherman Tree: la secuoya más grande del mundo. Un breve camino empedrado, que a nosotros nos tocó hacer con nieve en pleno mayo, baja desde el aparcamiento hasta un parón justo delante del General Sherman donde para a media altura. Solo te diré que, con algo de niebla, no podíamos ver su cima: casi 90 metros son los que separan la última rama de sus raíces, por lo que desde el primer mirador aún hay que salvar más desnivel hasta su base, de casi 40 metros de perímetro. Mi ruta favorita del parque fue el Big Trees Trail, nombrado en un afán de originalidad: un sendero sobre una pasarela de madera que rodea a un pequeño lago vigilado por varios cedros y secuoyas gigantescas, descansando ajenas al paso del tiempo y los insignificantes visitantes. En comparación, los pinos de Yosemite parecían simples abetos de Navidad.

Death Valley 

De la nieve pasamos al calor más absoluto en el Valle de la Muerte, el lugar más cálido del planeta Tierra: en 1913 se registraron 56,7º y nunca se han superado, por suerte. Si la California costera está bendecida por la humedad, el Death Valley es donde empieza el desierto, y lo hace con una bofetada de realidad al bajar la ventanilla. Haciendo honor a su nombre, la temperatura sube vertiginosamente rápido a medida que ganas millas y no puedes creer cómo hace dos horas ibas con gorro y ahora estás a 34 grados poniéndote crema y quitándote capas. 

Lo principal del Death Valley es lo que acompaña a la carretera 190, como las dunas de Mesquite Flat, el Furnace Creek y la carretera Badwater Road. Esta última conduce hasta la Badwater Basin, un vasto lago de sal que hará las delicias de los nómadas fotógrafos. De vuelta, recorre el Artist’s Palette (ruta escénica con montañas coloreadas) y un lugar en el que nunca te gustaría perderte: el Zabriskie Point.

El parque nacional del Death Valley es del tamaño de un país pequeño, por lo que es imposible verlo todo en un día y menos con prisa. Nos dejamos por ver, por ejemplo, las rocas navegantes del Racetrack Playa o el Área 51, justo al norte del parque y demasiado remoto, en el desierto de Nevada, que es justo lo que pretendían.