Tailandia en tres semanas: Bangkok

Tailandia en tres semanas: Bangkok

Hagamos un experimento. Piensa en tu yo de niño sentado en una silla minúscula con unos Alpino en tu mano. La profesora te pide que pintes lo que para ti es el paraíso. “¡Qué bien!”, piensas. Seguramente escoges el verde, el azul, el marrón claro (ya no se llama color carne, recuerda) y te pones a garabatear el papel. Ahora despierta, vuelve al presente y dime: ¿qué ibas a pintar? Lo más probable es que tu intención fuera dibujar una bonita palmera, la orilla de algún mar y su playa con arena fina y clara, un cielo muy azul, quizás alguna nube para darle el toque artístico. ¿Me equivoco mucho?

Amigo nómada, acompáñame al paraíso de tu dibujo en la realidad: Tailandia. En este viaje al sureste asiático recorreremos durante tres semanas gran parte de Tailandia, así que coge tu camisa de flores, tu carné de conducir internacional y tu equipo de snorkel: nos vamos de viaje al país de las sonrisas.

Hay dos cosas que saber antes de planear tu ruta por Tailandia: una es que vas a tener que escoger, no podrás verlo todo, lo siento. Lo segundo que debes saber es que tu viaje casi seguro que empezará o terminará en Bangkok, pero por mucha naturaleza que busques no quieras correr a la jungla, ya que Bangkok en sí mismo es una experiencia de lo más thai. Siempre digo que hay dos tipos de ciudades, las bonitas y las interesantes: Bangkok es de las segundas, como el novio ‘simpático’ de tu amiga, pero no por ello merece menos la pena verla.

Aquí pasaremos dos o tres noches y créeme que hay dos Bangkoks totalmente distintos pero complementarios, el Bangkok de día y el de noche. Empezando por la típica mañana calurosa de esta parte de Tailandia, visitaremos primero el Palacio Real o Grand Palace que alberga, entre otros, el Templo del Buda Esmeralda (aunque verás más de estos), el Museo Textil de la Reina Sikirit y el propio palacio, residencia del Rey de Tailandia hasta mediados del siglo XX y que, a pesar de ser un edificio en teoría de estilo tailandés, el rey quiso que fuera de arquitectura más bien europea, mezcla que hace de este una de las construcciones más peculiares del complejo. Este palacio es posiblemente la atracción turística más cara que se puede visitar en toda Tailandia (unos 12 euros a día de hoy), pero sirve de primer plato para las docenas de templos que visitarás.

Justo delante tienes los más humildes Wat Phra Chetuphon y Wat Pho, un complejo de templos que no solo no te dejarán indiferente por lo colorido de sus estupas, sino también por su atracción principal: el gran Budha Reclinado, una de las estatuas más grandes y sobrecogedoras que verás en Tailandia, ya que se trata de un amigable buda tumbado de nada menos que 46 metros de largo.

Al otro lado del río Chao Phraya y justo enfrente de los dos lugares mencionados está otro de los grandes atractivos de Bangkok: Wat Arun. Este templo (sí, otro, ¡acostúmbrate!) es especialmente interesante no sólo por está tocando al río, cosa que le otorga un punto de estética difícil de ignorar, sino también porque el mismo templo tiene la forma de una enorme campana a la que puedes subir, hasta cierto nivel, eso sí. Si consigues esquivar a todos los turistas chinos con flamantes vestidos y trajes para la foto con los mosaicos de las paredes del templo, podrás disfrutar de un atardecer precioso cerca de este templo o, mejor aún, desde la otra orilla, donde las vistas no podrían ser mejores.

Esta zona es el lugar ideal para comprar tu pantalón étnico de elefantes si es que aún no lo tienes, ya que en muchos templos es obligatorio llevar prendas largas que tapen hasta las rodillas.

Andar por Bangkok es una experiencia en sí misma que merece ser saboreada: el caos de mil motos y sidecares se mezcla con el olor a picante de las cocinas, el zumbido del metro que pasará por encima de ti en un instante y las caras tan diferentes y tan familiares a la vez. No te preocupes por los coches, el peatón tiene un lugar especial en el tráfico, así que cruza la calle tranquilo (mirando primero a la derecha, recuerda) y sigue explorando Bangkok con nosotros.

Empieza a anochecer más pronto de lo que pensábamos, pero aún tenemos tiempo de ir a ver algunos rincones verdaderamente auténticos de la ciudad como el mercado de las flores de Pak Khlong Talat. Este es un lugar especialmente interesante por lo que te voy a contar ahora. En el budismo existe un culto fuera de lo normal a las imágenes, templos y pequeñas capillas. Están literalmente por todos lados y no las verás vacías, nunca les faltan regalos en forma de comida o bebida, velas o flores, las principales formas de aportar ofrendas a los dioses. Esta última es las más popular y eso es en parte posible gracias a todo un gran negocio que hay detrás: flores de todos los colores, de plástico, reales, esculturas increíbles hechas con hojas, ofrendas florales de todos los tamaños, tipos y colores, es lo que vas a encontrar en este mercado, un lugar muy especial y colorido que, además, huele de maravilla.

Saliendo del mercado de las flores se nos ha hecho de noche, por lo que no nos queda otra que ir a descubrir la vida nocturna de Bangkok. Puedes estar tranquilo, la criminalidad roza el cero absoluto y más aún en lo que a turistas se refiere, eso sí, siempre usa el sentido común y ten cuidado de tus pertenencias. 

Bangkok tiene algunas zonas de ocio conocidas repartidas por la ciudad, algunas son más para adultos, otras son simples mercadillos en los que vas a poder encontrar, por ejemplo, insectos cocinados listos para ser comidos. Algunas de las más conocidas son Soi Cowboy, Chinatown, Nana Plaza, Khao San Road, Patpong o Sukhumvit

Espera música estridente en los locales o de paradas ambulantes sirviendo rotti, una especie de crepe, así como mangos o cocos. Si buscas tranquilidad, escoge un hotel que esté bien apartado de alguno de los nombres que te he mencionado. Por lo que a viajar con niños se refiere, mejor evita Nana y Patpong si no quieres tener que contestar más de una pregunta incómoda cuando lleguéis a casa: ciertas zonas de Bangkok son algo así como el barrio rojo de Ámsterdam.

Porque en efecto, los ping pong shows no son un mito, pero dejo a tu elección decidir si visitar uno de ellos es una buena idea. Mejor haz un poco de investigación previa, que aquí no te lo puedo contar.

Nos levantemos frescos por la mañana o de resacón en Bangkok, lo que queremos es seguir explorando la ciudad, pero esta vez un poco más tranquilamente por si a alguien le duele la cabeza. Por eso escogemos uno de los grandes parques de esta urbe, el Lumpini Park. Este “Central Park” tailandés dispone de un gran lago en el que se puede pasear en barca, jardines en los que relajarse o avenidas en las que practicar un poco de ejercicio junto a otras decenas de vecinos ante un gran altavoz. 

El huésped más interesante de este y otros parques de Bangkok es el lagarto monitor (sí, se llama así), un primo hermano del dragón de Komodo que puede medir hasta dos metros de largo de cola a cabeza. Es un lagarto más o menos inofensivo que huirá si te acercas demasiado para hacerle una foto, pero que puede correr más de lo que piensas. Los encontrarás casi siempre cerca de la orilla o tomando el sol en el césped.

Y ahora a madrugar, ¡porque mañana volamos hacia el sur de Tailandia!