15 PARQUES NATURALES DE CATALUÑA QUE NO TE PUEDES PERDER (2)

15 PARQUES NATURALES DE CATALUÑA QUE NO TE PUEDES PERDER (2)

Delta del Ebro

Mi Parque Natural favorito de Cataluña es la desembocadura del río Ebro. Durante millones de años ha ido creando, guijarro a guijarro, un grandioso delta. Uno de los parques más cambiantes, ya que dependiendo de la época del año será de un color u otro.

Para mí el mejor momento es en invierno, y no solo por la falta de visitantes; sino también porque los campesinos inundan los arrozales construyendo sin querer un ingente mosaico de espejos que reflejan la luz en todas direcciones, salpicando de rayos de sol las pequeñas casitas blancas y los caminos; sin duda uno de los paisajes más espléndidos de estas tierras.

Es también uno de los pocos lugares de Cataluña con grandes dunas de arena. Para verlas tendréis que llegar -sólo a pie- hasta el faro de la Punta del Fangar; un lugar de aspecto desértico como de otro planeta. Los flamencos se llevan todo el protagonismo del Delta; ya que es en sus salinas y bahías donde se encuentra la comunidad -ahora permanente- más grande de estas aves de toda Europa: allí donde el río muere, da vida. Los mejores puntos para verlos: la laguna de La Tancada, al lado de la playa del Trabucador, y la Badia del Fangar.

El Montseny

parque natural - montseny

Si estáis en Barcelona el Parque Natural del Montseny es de obligada visita. En la Cordillera Prelitoral se levanta este macizo con tres cimas conocidísimas como techo: el Turó de l’Home, les Agudes y el Matagalls.

Este es un parque que hace de lente en el tiempo para descubrir el pasado. Su valor histórico es amplísimo, pues va desde los primeros nómadas e íberos -como nos recuerda la fortificación de Montgròs-, pasando por el románico –Sant Marçal-, el gótico –castillo de Montsoriu-, hasta trazas de los agricultores que vivían aquí de forma casi autosuficiente hasta hace no mucho.

Hayas y abetos conviven hoy día con la ganadería, la agricultura y la actividad forestal. Testigo de ello son las ‘masies’ o caseríos de la zona. De noche pasean por allí la gineta, el lirón o el zorro, y en las balsas nada el tritón del Montseny, la única especie de vertebrado endémico de Cataluña.

No podríamos describir aquí todos los atractivos de este parque tan completo. ¡Así que no os queda otra que ir, pasear por sus bosques y praderas y contárnoslo!

El Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter

La Costa Brava no se llama ‘brava’ porque sí; pues los accidentes geográficos que dibujan su línea de costa son de todo menos humildes. Especialmente en la bahía de L’Estartit es donde los elementos y la geología han esculpido la joya que son las Medes; un sistema de islas que ha colaborado a desarrollar el espacio perfecto para la vida submarina. Podremos observarlo muy de cerca con alguno de los barcos de fondo transparente que hacen la ruta con regularidad. Creedme si os digo que es una de las experiencias que mejor recuerdo de cuando era pequeño.

Arrecifes rocosos y cuevas protegen la fauna marina que se establece sobre los prados de posidonia; amenazados en la actualidad por la pesca de arrastre. En la costa nos esperan cuevas ocultas, acantilados -algunos de más de 100m de alto- y calas donde no llega ningún camino.

Para disfrutar de unas vistas espectaculares de las Medes desde tierra tenéis que acercaros al Cap de la Barra. Pero no dejéis de visitar el Castillo de Montgrí, una atalaya sobre el Empordà del siglo XIII.

Els Ports de Beseit

Muy al sur hay una cordillera formidable que como una mole de roca y vegetación delimita el territorio catalán: els Ports de Beseit. Es uno de los parques que mejor conozco y que más alegrías -y penas- me ha dado. Adentrarse en él a pie y con sólo una mochila es toda una aventura debido a su terreno agreste y clima de contrastes: tiene su propio microclima y nieva cada invierno.

Donde más lo hace es en el monte Caro. Sus 1400 metros hacen de ésta la montaña más alta del sur de Cataluña, que no es moco de pavo. A partir de allí es todo montaña arriba montaña abajo hasta la depresión del Ebro: el macizo no tiene término medio.

La humanidad ha dejado allí poca huella, sólo visible dentro de los pozos de hielo y carboneras escondidas entre encinas centenarias. La biodiversidad de els Ports es una de las más ricas del territorio; es impresionante, pero no extraño, ver a docenas de cabras salvajes pastando por los altiplanos en el ocaso.

El cielo es casa del buitre, el águila dorada o alguna de las 20 especies de murciélagos; los bosques y ríos lo son de la nutria, la serpiente y el gato montés. Tras andar por estrechos y valles podremos dormir en alguno de los refugios abiertos que ofrece el parque o en tienda de campaña como pernocta de una sola noche.

Si queréis algo más tranquilo, podéis visitar por ejemplo el pueblo de Horta de Sant Joan; desde donde disfrutaréis de unas vistas sobrecogedoras de la cara norte de la cordillera que no tienen nada que envidiar a los mismos Dolomitas. Desde ahí también podéis empezar a pedalear en familia por la antigua vía de tren que une diferentes poblaciones -la vía verde-, siempre con los magníficos Ports como telón de fondo.

Àrea Volcànica de La Garrotxa

parque natural - garrotxa

Si no os creéis que en Cataluña haya volcanes es que aún no habéis estado en la Garrotxa. Este es un parque sin igual en la península. Cuenta con más de cuarenta volcanes repartidos por sus 15.000 hectáreas. Las erupciones llenaron de lava los valles creando manteles de magna sobre el cual crecerían encinares y hayedos como la espectacular Fageda d’en Jordà.

Nos faltarían fines de semana al año para visitar todos los bosques y cráteres de la zona; así que os ahorraré tiempo recomendandoos los mejores: los más impresionantes en mi opinión son el volcán Montsacopa y el Garrinada, justo enmedio de la ciudad de Olot, como si quisiera erupcionar de golpe sobre ésta.

Si hemos desayunado bien podemos ir hasta la ermita románica que hay en el centro del cráter de Santa Margarida. O ver cómo es el interior de un volcán en el Volcà Croscat; que cortaron por la mitad -literalmente- para extraer basalto.

Pero no todo son cráteres en la Garrotxa: ocultas entre su vegetación de distinguen las columnas geométricas de basalto de Sant Joan de les Fonts y Castellfollit de la Roca -pueblo como pocos del cual ya hablamos en nuestro artículo sobre pueblos colgantes de España-.

La foto de la envidia la haréis desde uno de los globos aerostáticos que podéis reservar para volar sobre los volcanes. Si tenéis demasiado vértigo, hacedla desde el Àrea de Xenacs, con los Pirineos de fondo. ¡De nada!