5 CUESTIONES A TENER EN CUENTA ANTES DE HACER EL CAMINO DE SANTIAGO
¿Te ha picado el gusanillo de hacer, por fin, el Camino de Santiago? ¿Estás pensando en comprarte una buena mochila y ponerte a andar hasta la Plaza del Obradoiro? Si es así tómate unos minutos para leer este artículo que he escrito, con mucho cariño y desde la experiencia de haberlo recorrido tres veces, para así decidir el cuándo, el dónde y el cómo. El porqué lo eliges tú.
¿Qué Camino debería escoger?
Si has investigado un poco sabrás que no hay sólo un Camino sino varios y, de hecho, puedes empezar casi desde cualquier lugar de Europa. Aún así, los principales son dos: el Camino Francés (que cruza el valle del Ebro, la Meseta y El Bierzo) y el Camino del Norte (por la costa del Mar Cantábrico), ambos empiezan en los Pirineos y tienen una longitud aproximada de unos 800 km.
El Camino Francés es el más popular y por tanto el más concurrido: en temporada alta es una carrera para llegar a tener cama en el albergue. Por la misma razón también es el mejor preparado, en el Camino del Norte hay más kilómetros entre albergues: menos opciones. Cuando lo hice por tercera vez, hice el Francés y continué hasta Finisterre –Camino Pagano-, lo que añadió 90km más a la ruta. ¡Hay caminos para todos los gustos!
¿Sol@ o acompañad@?
Esta es posiblemente la decisión más importante del viaje, ya que vivirás una experiencia totalmente diferente si vas con más gente o ‘solo/a’. Lo pongo entre comillas porque, en realidad, no vas a estar solo ni un momento si no quieres. En mi último camino decidí ir solo y, en los primeros metros, conocí al que hasta hoy es uno de mis mejores amigos. Ir solo es como un imán, atraes a gente de todo tipo y los lazos que se crean son fortísimos. Para mí, viajar solo es algo que todo el mundo debería hacer alguna vez en la vida.
Si decides ir con más gente, debes saber que también es una gran experiencia, pues pasaréis momentos que de otra forma no hubiera sido posible vivir. El Camino es estar 24h con la misma persona -para bien o para mal-, y se descubren muchos detalles sorprendentes que pueden llegar a ser importantes para la relación, del tipo que sea, con la otra persona.
¿Cuál es la mejor época?
La mejor época para ti puede ser cualquiera en la que tengas vacaciones, pero hay que saber esto: en verano es cuando va todo el mundo. El clima es mejor -aunque muy caluroso en la Meseta- pero todo son prisas. Es difícil encontrar cama en un albergue municipal después de mediodía. Si nos decantamos por ir con tienda de campaña o a otro tipo de alojamientos -de los que hablaremos más adelante- verano o finales de primavera puede ser una buena opción.
Lo mejor, en mi opinión, es empezar con algo de frío -y por supuesto menos gente- y terminar con mejor tiempo. Una de las veces lo empecé a finales de invierno, y os aseguro que cruzar los Pirineos nevando es una experiencia mágica, aunque quizás no para todos los públicos. Debes tener en cuenta que, en caso de hacerlo ‘todo’ (desde Roncesvalles, en el caso del Camino Francés) vas a estar alrededor de un mes andando, por lo que es importante calcular la llegada. Muchos andan ciertas etapas cada año, con lo cual hay que invertir menos días.
¿Debería prepararme antes?
Andando escuché a alguien decir que mientras tengas dos piernas (y si no, también), ya puedes hacer el Camino. En mi caso fue cierto, lo máximo que había andado antes del Camino eran unos 15-20 km y aún así el primer día anduve 30, el segundo un poco más, y aquí estoy escribiendo estas líneas. Lo que quiero decir es que, aunque no te sientas preparad@ físicamente es totalmente posible hacer el Camino. Te dolerá todo los primeros días, pero tu cuerpo, sabio como nadie, se acostumbrará al ejercicio diario y en unos días ni te darás cuenta. Lo único que cambia es cuánto vas a sufrir al principio.
En cuanto al equipo, sí, mejor ir preparad@. Una mochila de 40L, como ya explicamos, es suficiente para andar un mes lavando la ropa de vez en cuando, eso sí. El calzado se recomienda que no sea nuevo -mínimo unos 200 km de rodaje- y sobre todo cómodo. Los palos ayudan, pero no son un requisito. Por supuesto no te olvides de la crema solar, el impermeable (estilo capelina) y aguja, hilo y apósito para las ampollas.
¿Dónde me alojo?
En el Camino hay tres tipos de alojamientos para peregrinos. Los más numerosos son los albergues municipales -gestionados por ayuntamientos- que cuentan con buenas instalaciones y su precio es más que asequible. Los albergues privados, llevados por particulares, son algo más caros pero normalmente con mejores condiciones: camas en vez de literas, mejor calefacción, etc.
Los mejores, para mí, son los albergues parroquiales. Éstos se encuentran en iglesias de pueblos o sus alrededores y están regentados por el párroco del lugar. El precio es la voluntad, pero el trato es tan bueno que acabarás dando más que en otro albergue. La experiencia es más de comunidad y dormir en una capilla del siglo XII, por ejemplo, no se hace todos los días. Si pasáis por el de Grañón, mi favorito, dadle recuerdos de un peregrino agradecido.
En tan pocas líneas es imposible daros todos los consejos que merecéis sobre el Camino de Santiago, pero espero haber ayudado a decidir la dirección del viaje, y, por supuesto, estaré encantado de responder cualquier otra duda sobre esta fascinante vivencia en los comentarios. ¡Buen Camino!
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.