Marrakesh

QUÉ HACER EN UN FIN DE SEMANA EN MARRAKECH

Marruecos es un país increíble, así, de entrada. Tiene una diversidad que no se ve a menudo, rincones de ensueño y una cultura de lo más exótica. Si te animas a ir de nómada unos días a este hermoso país vecino, y más concretamente a la ciudad de Marrakech, en este artículo podrás descubrir los tesoros escondidos que te transportarán a un escenario de película, ¡nunca mejor dicho!

Perderse por el Zoco

Marrakech es muy grande y visitarlo entero te llevará semanas, pero el corazón de la ciudad se encuentra en el centro de la Medina, el mercado, también llamado ‘zoco’. Se trata de un laberinto, literalmente, de callejuelas cubiertas por telas y lonas de colores, donde lo mejor es no mirar el GPS y perderse entre las interminables tiendecillas de artesanos locales que intentaran vendernos cualquier artilugio a cada paso. Alfareros, vidrieros, herreros… como antaño, cada calle es un gremio, y  estarán encantados de enseñarte el proceso de creación de sus obras. Si te atreves a pararte a ojear, tienes que saber que vas a tener que regatear como el que más. Hay que escoger entre el valor de lo hecho a mano y el dinero que queremos gastar, es muy personal.

Pasear por sus jardines

Como buen oasis, Marrakech dispone de muchas zonas verdes donde poder descansar del bullicio de la ciudad. Uno de los jardines más conocidos es el Cyber Park, cerca de la Medina y muy tranquilo. Pasear casi a solas, entre palmeras y gatos, justo al lado del centro de una urbe tan grande es algo que se agradece. Más al norte encontramos los Jardines Majorelle, donde se encuentra la mansión de Yves Saint-Laurent y el Museu de la Cultura Berber (de pago). También están los jardines Menara y Agdal, ambos protegidos por la UNESCO. En el centro del zoco se encuentra Le Jardin Secret, un atracción turística que enamorará a instagrammers por su belleza. Un gran ejemplo del arte andalusí y de los palacios marroquíes.

Acercarse a Jeema el-Fnaa al atardecer

Junto al zoco se encuentra esta vasta plaza donde los marraquechíes van y vienen entre puestos de zumo de granada, encantadores de serpientes y artistas de la henna. Esta plaza es lo más parecido al caos para un europeo, pero si observas un poco verás que es lo que más se parece a su orden -o un caos ordenado-. A unos metros se encuentra la Koutouba, la imponente mezquita principal de Marrakech con su minarete de 70m de altura. La misa (salat) importante es el viernes, os recomiendo pasar por delante de la mezquita hacia las 13h para admirar el ir y venir de feligreses que acuden a rezar, incluso fuera del recinto. Es un momento que no olvidaréis. Justo antes del ocaso la plaza Jeema el-Fnaa es un lugar mágico, ya que se transforma totalmente en un festival de puestos de comida que harán que se te haga la boca agua. Mucho más auténtico que nuestros show cooking y food trucks.

Comer tajín en un puesto local

Si os gusta la comida exótica y asequible, esta ciudad hará las delicias de los nómadas que buscan manjares auténticos y sentirse como un habitante más de Marrakech. Los más genuinos son los Snacks o pequeños bares con terraza en los que podremos saborear un exquisito shawarmalocal, un tajín de cuscús y pollo, o una harira-sopa de carne y verduras- para los días menos calurosos. Después de comer, os recomiendo subir a una de las azoteas con terraza para tomar el típico té marroquí -con hojas de menta en él- y observar el skyline de Marrakech, la cordillera de los Atlas y el gentío desde las alturas. Si subís al atardecer, escucharéis a los imames llamando a misa desde varios minaretes a la vez, una escena que no deja indiferente.

Tomar un café en Gueliz

A una media hora a pie -o veinte céntimos de euro en taxi- está Gueliz, la parte europea que los franceses construyeron algo apartado del bullicio de las calles más céntricas para eso mismo, descansar. En Gueliz encontraréis tiendas de ropa, cafés a pie de calle y algún que otro centro comercial. Es normal ver a los paisanos sentados en las terrazas con las sillas mirando a la calle, al estilo francés, mientras toman un té o fuman algo de shisha. Si queréis relajaros del todo, podéis ir a uno de los famosos hammam, unos spas al más estilo árabe donde os ofrecerán masajes con aceite de argán, baños de barro y saunas. Sólo un consejo: que no sea el más barato que encontréis.

Ir en carro hasta el Palmeral

En cualquier punto del centro de Marrakech podéis encontrar carros tirados a caballo que por no mucho os llevarán hasta el Palmeral, una extensión de 13 hectáreas de palmeras proyectado por la dinastía almorávide. Es una zona apartada del centro y por tanto nos pondrá en perspectiva una metrópoli marroquí como es Marrakech y sus alrededores, es un lugar para también apreciar el duro contraste de realidades. Para los más pequeños será divertido dar un pequeño paseo en dromedario, vuestro chófer sabrá seguro dónde hay un paisano con estos adorables animales. Es importante, cabe decir, pactar los precios con anterioridad, como ya explicamos en el artículo sobre cómo no dejarse estafar viajando.

Si ya has estado alguna vez en Marruecos, ¿qué otros lugares puedes recomendar al resto de nómadas? ¡Nos encantaría conocer tu experiencia!