CÓMO FUNDAR TU PROPIA MICRONACIÓN, Parte 1

CÓMO FUNDAR TU PROPIA MICRONACIÓN, Parte 1

Una nación, si nos fiamos del diccionario, es el conjunto de personas de un mismo origen que reside en un lugar en concreto y que están regidas por un mismo gobierno. Nación, para muchos, significa casa, y esta puede ser tan grande como un país, con sus montañas y sus ríos, o tan pequeña como una calle. 

En esta serie os hablaré de algunas de las micronaciones no reconocidas más curiosas, pequeñas o extrañas del mundo. Islotes, barrios, bases militares o jardines… ¿Las llamarías naciones? Sus habitantes quizás tampoco, pero estos diminutos pedazos de suelo son su casa y la defenderán como mejor sepan.

· Freetown Christiania (Dinamarca)

Una bandera roja y con tres puntos amarillos -las tres íes del nombre de su nación- nos recibe tras el arco de entrada de Christiania, algunas de las misteriosas obras de arte que cuelgan del árbol en la entrada de esta barriada de Copenhague ya nos da algunas pistas de lo bizarro que va a ser este lugar. Christiania cuenta con una larga calle y un par de callejones, algunos edificios de ladrillo rojo, un gran lago y zonas verdes, más que suficiente para las más de mil personas que lo llaman casa. Da un aspecto entre alternativo y descuidado, pero que las apariencias no te engañen: Christiania cuenta con bares, guarderías y hasta un teatro.

La comunidad se instaló en los años 70 en unas antiguas instalaciones militares abandonadas, allí empezó la historia de esta micronación. Poco a poco eran más los que se unían a esta feliz comuna, sólo había que respetar algunas reglas muy básicas como por ejemplo la prohibición del consumo de drogas duras. ¿Y las blandas? Estas sí estaban permitidas en Christiania, y lo siguen estando, de hecho por eso es tan famosa: desde el inicio de su historia esta comunidad ha sido muy tolerante con el uso de drogas blandas como la marihuana, y el gobierno danés, lejos de luchar contra ello, protege a su comunidad como a un minúsculo protectorado dentro de la ciudad. Más vale malo conocido que bueno por conocer, deben de pensar.

A pesar de las buenas relaciones actuales, desde 2004 la policía hacía redadas constantes y la alcaldía de Copenhague presionaba este barrio para que echara atrás sus ‘leyes’ demasiado tolerantes con los estupefacientes. No fue hasta 2012 que la comunidad compró los terrenos en los que yace Christiania -no sé sabe muy bien con qué dinero- y desde entonces Freetown Christiania vive feliz, tranquila y en harmonía con el resto de habitantes de la zona, por una cosa o por otra.

· Imperium Atlantium (Australia)

Imagínate en casa una de esas noches aburridas con tus amigos, en las que sabéis no sabéis adónde ir ni qué hacer. Así pintaba una noche de 1981 para tres adolescentes de Sidney, aunque lejos de acabar esa velada como cualquier otra, salieron al patio trasero de diez metros cuadrados y trazaron una línea en el suelo: así nació el imperio de Atlantium. Dicen que el aburrimiento es el lubricante de la creatividad.

Años más tarde, cuando uno de sus miembros terminó la universidad y se mudó a otra ciudad de Australia, compró allí un apartamento y lo nombró Imperium Proper, la segunda capital del Imperio de Atlantium, más tarde la broma siguió con la tercera sede Concordia y la adquisición de un terreno de casi un kilómetro cuadrado que sería la capital administrativa de esta joven micronación. Aunque cueste creerlo, esta cuenta con monedas, billetes y hasta sellos conmemorativos únicos de Atlantium.

Con el auge de internet en los noventa la página web del Imperio Atlantium fue ganando adeptos y sus fundadores no se creían el tráfico que generaba. Decidieron ceder la ciudadanía atlantiana a todo aquél que lo quisiera, eso sí, a cambio de una donación de 25 dólares: a día de hoy Atlantium cuenta con más de 3000 ciudadanos de más de 100 países que desgraciadamente nunca podrán vivir en ella porque, simplemente, no caben.

· Užupis (Lituania)

Si has tenido la suerte de visitar Vilnius, en la bella Lituania, quizás sin saberlo has paseado por la humilde república del movimiento artístico y alternativo local llamada Užupis, literalmente ‘al otro lado del río’. Este barrio, situado en un pequeño meandro del río Vilna, fue durante la época soviética refugio para los más desfavorecidos como trabajadoras sexuales o gente sin hogar. Artistas, nómadas, bohemios y músicos también encontraron allí su hogar ocupando las casas de las familias judías que habían abandonado la ciudad tras el Holocausto.

El primero de abril de 1998 (el 1 de abril o April’s Fool es como el Día de los Inocentes en España) se declaró entre risas la República Independiente de Užupis, defendida ni más ni menos que por una docena de vecinos. Su soberanía, como la de la mayoría de micronaciones, no está reconocida por nadie más, pero sus habitantes se han tomado muy en serio lo de crear una nueva nación más justa. Lo que más llama la atención es su constitución, un compendio de 41 leyes de lo más creativas que no te dejan indiferente. Entre algunas de ellas, cito: “Todos tienen derecho a comprender”, “Todos tienen derecho a no comprender nada”, ó “Todos tienen derecho a ser únicos”.

La despreocupada república vive hasta hoy día tal como la crearon. Pasear por la vera del río Vilna consiste encontrar estatuas dalinianas en los lugares más insospechados, toparse con mensajes de lo más indescifrable -y no por el idioma-, y envolverse en su atmósfera tan especial. Quizás también avistar alguno de los globos aerostáticos que sobrevuelan Vilnius al atardecer. Lo mejor de Užupis es perderse en ella, y si no encuentras la salida, recuerda el estatuto número 39 de su constitución: No te rindas.

¿Necesitas más inspiración sobre cómo fundar tu propia micronación? Entonces sigue leyendo algunos casos prácticos en la segunda parte de este artículo.