PEQUEÑA GUÍA SOBRE LOS ‘CASTELLS’: Parte 2

PEQUEÑA GUÍA SOBRE LOS ‘CASTELLS’: Parte 2

¡Hola de nuevo, nómada!

Ahora que ya sabemos lo básico, seguimos hablando de castells pero esta vez nos pondremos la faixa y nos meteremos dentro. Respira, baja la cabeza y adéntrate en la experiencia de formar parte de una construcción imposible como esta. 

La pinya

Una de las cosas más bonitas de esta tradición es que cualquiera tiene su lugar en un castell, sin importar edad, complexión o sexo,. Todo el que esté a nivel del suelo está en la pinya, la base del castell, y empujará hacia el centro para añadir su pequeño granito de arena al total de la torre. Como las hormigas, la fuerza de muchos es el éxito de todos. Como si de un edifico se tratara, los castells no podrían sustentarse sin su base, por eso el grueso de participantes es tan importante. Todo esto sin olvidar a los baixos, que se encuentran en el centro de la pinya y soportan todo el peso de la torre sobre sus hombros.

Si alguna vez estás viendo en la plaza la formación de un castell, es posible que te propongan participar en la pinya. No temas, es de lo más normal y, visto con perspectiva, toda una experiencia. Eso sí, dicen que los castells o se hacen o se miran, por lo que mientras empujas, nunca mires arriba, ya que una caída puede ser fatal para los que están debajo. Presta atención a las órdenes, guarda silencio, respira y disfruta de este momento.

Para los castells más altos o técnicos se requiere la formación de una segunda y una tercera pinya encima de la principal, llamadas folre y manilles respectivamente. Ciertas torres como la del 2 de 8 (dos personas en cada uno de los ocho pisos) requieren una segunda base, aunque el afán por superarse haga que los mejores equipos o colles hayan montado ya este tipo de torres sin contrafuertes.

El tronc

Seguimos con las partes del castell y vamos añadiendo pisos. A partir del segundo piso empieza el ‘tronco’ de la torre y este se mide en segons, terços, quarts i quints a medida que vamos subiendo. Ya sé qué te estás preguntando: “¿Pero cuántos pisos hay, por el amor de Dios?”. Sí, puede haber muchos, y tienes que recordar que cada uno es una persona a hombros de otra. El techo ahora mismo está en diez pisos, y no se prevé que se supere pronto, aunque la dificultad se calcula en una combinación entre altura, número de personas por cada piso y otros factores.

A partir del cuarto o quinto piso, la edad empieza a caer en picado y suele ser gente más joven la que soporta el peso de los últimos pisos. Piensa que el castell tiene un peso estremecedor -de unos 10.000 kg los más grandes- por lo que hay que calcular al milímetro quién puede soportar cada peso. Esto por no hablar de la compenetración y confianza que tiene que haber entre participantes, más de 700 almas en los castells de mayor envergadura.

El pom de dalt

Los últimos tres pisos se forman irremediablemente de niños y niñas por su peso, estatura y habilidad para trepar. A pesar de la polémica, hay que tener en cuenta que la siniestralidad es realmente baja, y que las madres y padres son casi siempre miembros del equipo y saben exactamente el riesgo que un castell tiene, por lo que no dejarían que subiera si fuera realmente tan peligroso. Para tu tranquilidad y la de ellos, desde hace unos años es obligatorio que estos últimos pequeños lleven casco y protección bucal, por seguridad.

El pom de dalt lo forman cuatro niños, dos en el antepenúltimo piso, llamados dosos; otro agachado encima, llamado acotxador; y la estrella del castell, la enxaneta. Para que el castell cuente como ‘montado’, al subir a la cima el niño o la niña tiene que levantar la mano al cielo antes de volver a escalar torre abajo rumbo a los brazos de sus progenitores. 

El cap de colla

Como todo trabajo en equipo, los castells también de un ‘capitán’. Este es siempre el representante del equipo a nivel social y de cara a los medios, pero su función principal es mucho más importante. El o la cap de colla debe ser un buen líder para motivar a los participantes -recordemos que todos los miembros, incluido él o ella, son voluntarios– a asistir a los ensayos, a dar lo máximo en cada construcción y a estar orgullosos de su colla, por pequeña que sea. 

Cuando un castell se empieza a levantar, la plaza entera se sume en el silencio, el público enmudece de una forma que pone los pelos de punta. En ese momento solo puede oírse al cap de colla, el único que puede hablar, gritando órdenes desde abajo a pleno pulmón: pequeños retoques en ciertas posiciones aquí y allá pueden salvar la torre de una caída. El cap de colla es elegido por votación cuando el anterior se retira, y es un honor total llegar a ser el capitán de uno de los equipos de tu ciudad, barrio o pueblo.

Los músicos

Los castells también son una fiesta, y como en toda fiesta no podía faltar la música. El grupo de músicos que acompañan al equipo está formado por las gralles, un instrumento de viento, y los tamboriles o timbals, que tocan un son típico que ayuda a los participantes en la base a saber cómo va la construcción, ya que no pueden ver su evolución. 

Para que una torre se considere empezada, el tercer piso tiene que empezar a subir y la música a sonar. Si la música no llega a sonar, el equipo tiene otra ronda para intentar una torre con mejor estabilidad desde el principio.

El son cambia con la llegada de la enxaneta al último piso, para alivio de todos, y así empezará el principio del final de todo castell: siempre con música y sonrisas.