Todo lo que hay por ver en Petra, I
Eres de los nuestros, el club selecto de nómadas que no puede dejar escapar la oportunidad de visitar lugares nuevos. Ahora, por suerte o por desgracia, has dado con nuestro artículo sobre la jordana Amán y te han entrado ganas de ver Petra con tus propios ojos. ¿Voy bien? Es más, estás pensando en hablar con tu pareja o amigos eta noche para tachar una de las 7 maravillas del mundo moderno. ¿Me equivoco mucho?
Si no es así ya puedes empezar a buscar vuelos a Amán o Áqaba para dejarte maravillar -nunca mejor dicho- por la última Ciudad de los Nabateos y uno de los lugares históricos más impresionantes del mundo. Apunta bien porque ahí va todo lo que puedes ver en la grandiosa ciudad monumental que es Petra.
El Siq
Si has leído o visto Dune este nombre te sonará, y es que gran parte de la filosofía de los Fremen está inspirada en estos lares, y no es de extrañar. Entramos a Petra desde el pueblo de Wadi Musa y seguimos el riachuelo hasta que las paredes empiezan a cernirse sobre nosotros. Vemos un guía señalando algunos altares y bajorrelieves en las paredes, como la casa del obelisco o los bloques del Djinn, solo para los más observadores, y nos van dando pistas sobre adónde vamos: nos espera la que fue la casa de la antigua civilización de los Nabateos. Estos tenían sus propias deidades y les esculpían pequeñas capillas en las paredes de Wadi Musa gracias a la debilidad de la arenisca.
Esta erosión ha sido la que ha colaborado a crear el Siq, un estrecho cañón de unos escasos metros de ancho entre paredes altísimas que podría ocultar a toda una civilización. Presas a ambos lados para evitar la inundación de la avenida por sus barrancos nos muestran las avanzadas técnicas que ya tenían en aquel entonces, allá por el siglo VIII antes de nuestra era. El Siq es un lugar muy especial, pues gracias a su suntuoso recorrido solo hace falta separarse un poco de los grupos guiados para sentirse en medio de la nada y del todo a la vez: protegido y amenazado al mismo tiempo por las implacables paredes a ambos lados.
Al-Khazneh o El Tesoro
El primer “edificio” que nos encontramos tras el Siq es el Tesoro (foto de portada), lo más conocido de Petra. Lo pongo entre comillas porque en realidad no es un edificio, sino que se trata de un bajo relieve de la más alta precisión y de una altura impresionante (40 metros) que los Nabateos excavaron en la roca: prácticamente todo en Petra está excavado y no construido, ¡con sus columnas y todo!
El Tesoro fue construido hacia el siglo I aC por uno de los reyes nabateos que controlaban la zona gracias al cobro del paso por dicho desfiladero como ruta comercial y, pese a lo que suele pensarse, no hay ningún tesoro dentro, nada más que una gran sala que pudo ser tanto un templo como un monumento funerario. La foto aérea de la que tanto se habla está hecha desde una terraza a mitad de camino de la cumbre de la pared justo delante, y subir a ella no es gratis: nos toca andar un par de horas por la ruta Verde o pagar a los paisanos para que te lleven arriba en 5 minutos, y te hacen la foto ellos mismos si quieres.
La Calle de las Fachadas
Salimos de este claustrofóbico desfiladero para darnos de bruces con la calle principal de la ciudad de Petra, la Calle de las Fachadas. Justo de frente veremos que la pared de la montaña sigue su curva, y es a sus pies donde se han excavado varias fachadas más pequeñas, una encima de otra, que servían de refugio a los habitantes de Petra. Algunas de estas casas están aún habitadas por beduinos del lugar, y no es extraño ver alguna que otra placa solar cuyos cables llegan hasta el interior de la vivienda.
Las Tumbas Reales
Antes hablábamos de la Ruta Verde -una de las rutas senderistas de Petra- y es aquí donde encontraremos uno de los monumentos más impresionantes de Petra, las Tumbas Reales. Al lado opuesto de las fachadas yacen estas construcciones -o mejor dicho, excavaciones- ingentes que ocupan casi media ladera. Se trata de una serie de cinco monumentos funerarios con decoraciones arcaicas, más altos si cabe que el Tesoro, donde presuntamente se enterraron a reyes Nabateos y que algunos fueron reconvertidos en iglesias tras la caída del Imperio Romano. La más bonita para mí es la Tumba del Palacio, la última al lado oeste de la colina.
Podemos subir hasta ellas por varios caminos hasta llegar a sus pies, lo cual es casi más sobrecogedor cuando puedes ver estos monumentos desde abajo, parece que lo que ves sea todo lo que existe. No dejes de acercarte hasta las cavidades, algunas de uno o dos niveles dentro de la roca, para apreciar la profundidad y la cantidad de piedra que los nabateos tuvieron que sacar con sus propias manos.
El Alto Lugar de Sacrificio
Hablaremos en un segundo de por qué se llama así este lugar, pero primero déjame hablarte de los cientos de escalones que separan la Calle de las Fachadas de este lugar en las alturas. Te recomiendo que vayas preparado con agua, paciencia y buenas piernas, porque la subida tiene delito y más bajo el sol jordano. Tras una media hora de subida sufrida y varias tiendas con lugareños ofreciéndonos té, avistamos ya las puntas de los Obeliscos y las ruinas del castillo que una vez hubo aquí.
Si seguimos el camino llegaremos al que realmente es el Alto Lugar de Sacrificio donde, como habrás deducido, se llevaban a cabo sacrificios humanos. No es fácil de encontrar, ya que se encuentra en un lugar elevado sobre el nivel del suelo, pero lo distinguirás por su forma circular con una pequeña salida… Lo mejor de este sitio, sin embargo, son las vistas de gran parte de Petra casi en un ángulo cenital: sus montañas rojas, las ingentes tumbas reales, el teatro, el río y hasta los pueblos colindantes. Podemos ir directamente hacia el centro de Petra por la Ruta Naranja o deshacer nuestros pasos escaleras abajo.
Nómada incansable, amante de las mochilas de más de 40 litros. Geek de la geopolítica, las relaciones humanas y otros territorios en conflicto. Apasionado cuentacuentos, razón aquí.