¿Por qué dormimos menos a medida que envejecemos?

¿Por qué dormimos menos a medida que envejecemos?

A mis treinta y tantos años, no recuerdo la última vez que pude dormir 8 horas de largo. Lo mismo sucede con mis colegas contemporáneos y se acentúa todavía más en las personas mayores. Es un hecho conocido que dormimos menos a medida que envejecemos. Pero, ¿a qué se debe? ¿será que se nos ha ido la mano con el café? En realidad, las razones tienen que ver con nuestros mecanismos cerebrales y sus efectos en nuestro “reloj interno”. Conoce más detalles a continuación.

En principio, debemos identificar los dos principales problemas que surgen cuando empezamos a abandonar el divino tesoro de la juventud: no podemos conciliar el sueño durante la noche y despertamos demasiado temprano en la mañana, sin posibilidad de volver a dormir.

Los ritmos circadianos

Nuestro cuerpo, entre sus tantas curiosidades, tiene una especie de reloj interno en la zona del hipotálamo que controla el tiempo que dormimos a través de los ritmos circadianos, y lo hace a través de ciclos de 24 horas. Estos procesos responden, por ejemplo, al impacto que tiene la luz para mantenernos despiertos en el día y la oscuridad que facilita el sueño por la noche.

Estos ritmos circadianos se alteran conforme pasan los años, con lo cual la arquitectura del sueño se va modificando. Como consecuencia, nos comenzamos a despertar más seguido en medio de la noche, pasamos más tiempo en las etapas ligeras de sueño (y por consiguiente menos tiempo en la fase profunda), nos tomamos siestas más prolongadas durante el día, entre otras alteraciones.

Lo curioso es que estos cambios no suelen ser patológicos, pues en realidad surgen como resultado de nuestra propia evolución natural. Tiene sentido si consideramos que los bebés duermen entre 14 y 17 horas al día y ese tiempo va disminuyendo progresivamente hasta llegar a la edad adulta.

Bebé durmiendo

Otros factores

Por supuesto, nuestro estilo de vida puede incidir de forma directa en las dificultades para dormir, y son más evidentes en los ancianos. La jubilación, la soledad, la depresión y las múltiples afecciones que pueden padecer perjudican sus horarios regulares de sueño, a lo que se suma el ambiente, la luz y el ruido.

No es que las personas mayores necesiten menos horas de sueño, sucede que simplemente no lo están consiguiendo. Según un estudio del NIH Senior Health estadounidense, el 13% de hombres y 36% de mujeres mayores de 65 años tardan más de 30 minutos en conciliar el sueño.

La privación del sueño también afecta a los no tan mayores, incluso a chicos de entre 20 y 30 años. Según los investigadores, una persona de 50 años solo tiene la mitad del sueño profundo que tenía en su juventud. Y las pastillas no son una solución, ya que solo hacen que uno no se despierte en la noche, pero no garantiza un sueño profundo.

Mejorando la rutina

Descuida, no todo es pesimismo. Sin importar nuestra edad, es posible realizar pequeñas variaciones en nuestra rutina diaria para mejorar la calidad del sueño.

Lo primero es levantarse todos los días a la misma hora (sí, también los fines de semana) y evitar las siestas demasiado largas en el día. La actividad física diaria también te dará muchos beneficios, y en lo posible abandona las bebidas estimulantes o alcohólicas.

En relación a tu entorno, procura que tu habitación esté a oscuras al momento de ir a la cama. Eso implica dejar de lado la tele y el móvil. Si vas a escuchar música, que esta sea suave y con volumen moderado. Implementa estos cambios de forma progresiva y verás cómo lograrás un descanso de mayor calidad.